VIVIMOS IGNORÁNDONOS
El Hombre debe tomar conciencia de la necesidad de mejorar al mundo que
él genera. Para eso debe VER que él genera el mundo desde sí mismo.
No existen fórmulas mágicas para el ejercicio de esta tarea. Si él genera el mundo, es él el que debe cambiar.
El nuevo estudio de la biogenética que generó la epi-biogenética, dice
que el ADN no es absolúto y cambia según el medio en el que se
desarrolla.
Así como los experimentos cuánticos no pueden desarrollarse porque el
pensamiento del experimentador modifica el resultado, de esa misma
manera, el pensamiento modifica las células.
El ser nace con un programa genético, pero el medio donde se cria y
desarrolla, modifica esta genética. Eso significa que el ser, es él y
sus creencias y circunstancias.
Dicho de otra manera, una persona será todo lo que le inculcaron y aprendió en su vida.
Dice Bruce Lipton (biólogo molecular, percursor de estos estudios que
aquí menciono), que el pensamiento y la intención son generadores de
procesos celulares, que pueden establecer tanto armonía en su cuerpo
como el caos y la aniquilación de las células, dependiendo de sus
pensamientos positivos o negativos.
Dice Bruce que vivimos con el 5% de conciencia y el 95% de
automaticidad subconciente. Si tomáramos conciencia de todo lo que
vivimos y si influenciáramos a todo nuestro cuerpo a estar conciente de
cada acto de nuestra vida, el cuerpo no enfermaría nunca.
Pero estamos mas atentos de ganar dinero, llegar temprano al trabajo,
criar a nuestra familia etc... de la manera que nos han enseñado.
Creemos que un automóvil mas caro, es mejor que otro de menor valor y
todo lo medimos de la misma manera. Y en esa contienda de tener la
mejor marca, luchamos y nos esforzamos por conseguirla. Y de poco a
poco nos transformamos en delincuentes de la vida, arrazando con todo
lo que se opone a nuestra meta.
Sólo sabemos vivir en la competencia, la cual creemos que nos pone en
determinada posición frente a la vida. Y en la gran mayoría, creemos
ser perdedores porque no hemos alcanzado un primer puesto o un puesto
digno. Pero lo peor es que idolatramos a los que llegan, como si ellos
sí supieran vivir mejor que nosotros. Así pasamos todos a ser autómatas
de nuestras creencias, las que determinan nuestros actos, sin dejarnos
ejercer nuestro libre albedrío y lo que es peor, no tomamos conciencia
ni de quién somos, ni de qué somos. VIVIMOS IGNORÁNDONOS.
No conocemos dónde radica nuestra felicidad, pero la buscamos
desesperadamente como si no la tuviéramos y la verdad es que
renunciamos a ella ignorándola.
Sólo sabemos medirnos contra el otro, es el otro el que determina
nuestra medida. -soy mejor o peor que él- ó -soy mas linda o menos que
ella- ó -soy mejor padre que aquel- o mejor hermano.
No tenemos conciencia del SER sin compararlo con algo o álguien, no sabemos ser nosotros mismos sin comparaciones.
Y como el otro está totalmente equivocado, pero figura como triunfador, arremetemos a emularlo y nos equivocamos también.
Nadie comprende que estamos dormidos, porque estamos TODOS dormidos.
ELOY
09/2014
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